C192. Catálogo. Tarraconense. Panóias (Vila-Real). Santuario
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Title
C192. Catálogo. Tarraconense. Panóias (Vila-Real). Santuario
Description
Dice Jerónimo Contador de Argote ser el primero en escribir sobre
«Panonias»: «Desta notavel Cidade nâo tratou atéqui Escritor algum
antigo, ou moderno, que au saiba». Sin embargo, un manuscrito de
Antonio Gonzalvez de Aguiar, titulado, <i>Relaçâo da Freiguesia de S. Pedro de
Valnogueiras, concelho de Vila Real</i>, data de 1721 y sin duda es el que menciona
el propio Argote sin dar el nombre de su autor, pues dice que usó las relaciones
enviadas a la Academia Real por la Cámara de Vila Real y el Párroco de Valdenogueiras, que era Aguiar (4). Señala Argote que hay restos de una
población romana, según atestiguan los vestigios de paredes y murallas (pp.
325-326). Muchas de ellas fueron empleadas para la construcción de los muros
de Vila Real, que dista tan sólo tres cuartos de legua. Contador denomina
«fraga F» a la roca de las inscripciones; «fraga C» es la gran roca con escalinata;
«fraga G» es la que tiene la inscripción concerniente a los dioses
Severos; «fraga H» corresponde a la roca desaparecida en la que estaba inscrito
el primer texto, que tiene en su parte superior una caja tallada de tres
palmos de profundidad por tres de ancho y cuatro de largo. Vasconcellos fue
el primero en identificar el teónimo Serapis en las inscripciones de Panóias;
García y Bellido introdujo el debate acerca de si debía considerarse un serapeo,
pues la aparición de invocaciones a otros dioses distintos al alejandrino,
le hacía suponer una filiación más compleja (5). Sin embargo, en el libro de
1967 desaparecen esas dudas, pues se habla abiertamente del «sanctuaire
sérapique de Panóias», al pie de la fig. 16 (p. 134). Wild se manifiesta aún
de forma más escéptica: «I conclude, therefore, that Sarapis appears merely
as one among a group of chthonic deities honored by the dedicant» (6). La
interpretación de Alföldy no deja lugar a dudas, el último apartado de su artículo
se titula: «Calpurnius Rufinus und die Geschichte des Mysterienkultes
von Panóias» (1997, p. 234) y ese culto mistérico no es otro que el de Serapis.
«Panonias»: «Desta notavel Cidade nâo tratou atéqui Escritor algum
antigo, ou moderno, que au saiba». Sin embargo, un manuscrito de
Antonio Gonzalvez de Aguiar, titulado, <i>Relaçâo da Freiguesia de S. Pedro de
Valnogueiras, concelho de Vila Real</i>, data de 1721 y sin duda es el que menciona
el propio Argote sin dar el nombre de su autor, pues dice que usó las relaciones
enviadas a la Academia Real por la Cámara de Vila Real y el Párroco de Valdenogueiras, que era Aguiar (4). Señala Argote que hay restos de una
población romana, según atestiguan los vestigios de paredes y murallas (pp.
325-326). Muchas de ellas fueron empleadas para la construcción de los muros
de Vila Real, que dista tan sólo tres cuartos de legua. Contador denomina
«fraga F» a la roca de las inscripciones; «fraga C» es la gran roca con escalinata;
«fraga G» es la que tiene la inscripción concerniente a los dioses
Severos; «fraga H» corresponde a la roca desaparecida en la que estaba inscrito
el primer texto, que tiene en su parte superior una caja tallada de tres
palmos de profundidad por tres de ancho y cuatro de largo. Vasconcellos fue
el primero en identificar el teónimo Serapis en las inscripciones de Panóias;
García y Bellido introdujo el debate acerca de si debía considerarse un serapeo,
pues la aparición de invocaciones a otros dioses distintos al alejandrino,
le hacía suponer una filiación más compleja (5). Sin embargo, en el libro de
1967 desaparecen esas dudas, pues se habla abiertamente del «sanctuaire
sérapique de Panóias», al pie de la fig. 16 (p. 134). Wild se manifiesta aún
de forma más escéptica: «I conclude, therefore, that Sarapis appears merely
as one among a group of chthonic deities honored by the dedicant» (6). La
interpretación de Alföldy no deja lugar a dudas, el último apartado de su artículo
se titula: «Calpurnius Rufinus und die Geschichte des Mysterienkultes
von Panóias» (1997, p. 234) y ese culto mistérico no es otro que el de Serapis.
Alternative Title
C192
Subject
Santuario
Spatial Coverage
Panóias (Vila-Real)
Panóias (Vila-Real)
Identifier
es-ES
C.T.36.08
Is Part Of
Catálogo
Abstract
Santuario rupestre de gran extensión. La descripción más antigua
conservada, del siglo XVIII, asegura que al menos había 11 rocas
adaptadas para el ritual y en dos de ellas se encontraban las cinco
inscripciones entonces conocidas. En la actualidad sólo quedan cuatro
rocas trabajadas y sólo en una se conservan las cuatro inscripciones
restantes. Se distingue, en primer lugar, la gran roca de las inscripciones,
ligeramente inclinada y de escasa altura; en sus bordes y en los lados
norte y este se han tallado cuatro oquedades con sus respectivos textos
epigráficos que indican la actividad que en ellos se llevaba a cabo.
Las inscripciones, dedicadas por un miembro del <i>ordo senatorius</i>
procedente de Perge en Panfilia (1), Gaius C. Calpurnius Rufinus (2),
aluden al propio recinto sacro, a las cavidades en las que se realizan las
acciones rituales y a un templete, además de mencionar a las divinidades
invocadas. El segundo conjunto corresponde a la gran roca con escalera,
en la cima de la colina que aún conserva un campo epigráfico, pero no se ve ninguna letra. Entre ambos conjuntos hay otra roca asimismo
tallada para la realización de otros rituales, en la que se conservan dos
campos epigráficos sin posibilidad de lectura, así como las marcas de
un templete. El santuario, originalmente indígena, está dedicado a
todos los dioses y a todas las diosas (tal y como se enuncia en la primera
inscripción), a todos los numina, a los dioses infernales y a Serapis. No
es posible determinar qué tipo de creencias o qué dioses preceden a la
acción evergética de Calpurnius Rufinus; en el estado actual hay que
considerar que él es el creador de este complejo sacro en su dimensión
mistérica. No se sabe la fecha de destrucción del santuario. Alföldy
(1997, p. 179) sugiere que algunas inscripciones fueron destruidas en
la Antigüedad, quizá por los cristianos, a lo que se opone Rodríguez
Colmenero (3) por la preservación de las conocidas. Una segunda oleada
de destrucción habría tenido lugar a finales del siglo XIX, con motivo
de la edificación en Valnogueiras y en la barriada al sur del área cultual. La Fecha fundacional: finales del siglo II o comienzos del III d.C.
conservada, del siglo XVIII, asegura que al menos había 11 rocas
adaptadas para el ritual y en dos de ellas se encontraban las cinco
inscripciones entonces conocidas. En la actualidad sólo quedan cuatro
rocas trabajadas y sólo en una se conservan las cuatro inscripciones
restantes. Se distingue, en primer lugar, la gran roca de las inscripciones,
ligeramente inclinada y de escasa altura; en sus bordes y en los lados
norte y este se han tallado cuatro oquedades con sus respectivos textos
epigráficos que indican la actividad que en ellos se llevaba a cabo.
Las inscripciones, dedicadas por un miembro del <i>ordo senatorius</i>
procedente de Perge en Panfilia (1), Gaius C. Calpurnius Rufinus (2),
aluden al propio recinto sacro, a las cavidades en las que se realizan las
acciones rituales y a un templete, además de mencionar a las divinidades
invocadas. El segundo conjunto corresponde a la gran roca con escalera,
en la cima de la colina que aún conserva un campo epigráfico, pero no se ve ninguna letra. Entre ambos conjuntos hay otra roca asimismo
tallada para la realización de otros rituales, en la que se conservan dos
campos epigráficos sin posibilidad de lectura, así como las marcas de
un templete. El santuario, originalmente indígena, está dedicado a
todos los dioses y a todas las diosas (tal y como se enuncia en la primera
inscripción), a todos los numina, a los dioses infernales y a Serapis. No
es posible determinar qué tipo de creencias o qué dioses preceden a la
acción evergética de Calpurnius Rufinus; en el estado actual hay que
considerar que él es el creador de este complejo sacro en su dimensión
mistérica. No se sabe la fecha de destrucción del santuario. Alföldy
(1997, p. 179) sugiere que algunas inscripciones fueron destruidas en
la Antigüedad, quizá por los cristianos, a lo que se opone Rodríguez
Colmenero (3) por la preservación de las conocidas. Una segunda oleada
de destrucción habría tenido lugar a finales del siglo XIX, con motivo
de la edificación en Valnogueiras y en la barriada al sur del área cultual. La Fecha fundacional: finales del siglo II o comienzos del III d.C.
Date Created
2018-03-01
Medium
Fotografía: Jaime Alvar
Is Referenced By
Aguiar, 1721; Argote, I, 1732, pp. 325-359; Kinston, 1854, II, 352; CIL II, 2395a-e; AE, 1897, 86;
Vasconcellos, 1897, 177-180; EE 9, 1913, p. 98; Vasconcellos, RL, II, 1905, p. 187; 3, pp.345-347 y
465-474; Cortez, 1947, pp. 274-299, láms. III-XIX; Lambrino, 1953, pp. 105-127, figs. 5-13; GyB,
BRAH, 1956, párrafo 6, láms. V-IXb y fig. 6; GyB, ROER, nº 6, p. 132-135; Vidman, SIRIS, 758;
Alarcâo, 1974, pp. 175-176; Tranoy, 1981, pp. 336-340; Wild, 1984, pp. 1831-1832, láms. II-III;
Bendala, 1986, p. 378, lám. V.8; Rodríguez Colmenero, 1987, nº 81; Rodríguez Colmenero,
1993, nº 31, pp. 65-67, lám. 27; HEp, 5, 1995, 1060; Alföldy, 1995, p. 256, lám. 24b y 25a; Hoz,
Epigraphica, 1997, nº 28.1, pp. 85-86; SEG XLVI, 1996, 1373; Alföldy, 1997, nº 4, pp. 194-196,
láms. 2 y 5, figs. 17 b-c, 18a, 19a y 24ª; HEp 6, 1996, 1083; Rodríguez Colmenero, 1999; Santos,
2010, 149-159, figs. 2-5.
Vasconcellos, 1897, 177-180; EE 9, 1913, p. 98; Vasconcellos, RL, II, 1905, p. 187; 3, pp.345-347 y
465-474; Cortez, 1947, pp. 274-299, láms. III-XIX; Lambrino, 1953, pp. 105-127, figs. 5-13; GyB,
BRAH, 1956, párrafo 6, láms. V-IXb y fig. 6; GyB, ROER, nº 6, p. 132-135; Vidman, SIRIS, 758;
Alarcâo, 1974, pp. 175-176; Tranoy, 1981, pp. 336-340; Wild, 1984, pp. 1831-1832, láms. II-III;
Bendala, 1986, p. 378, lám. V.8; Rodríguez Colmenero, 1987, nº 81; Rodríguez Colmenero,
1993, nº 31, pp. 65-67, lám. 27; HEp, 5, 1995, 1060; Alföldy, 1995, p. 256, lám. 24b y 25a; Hoz,
Epigraphica, 1997, nº 28.1, pp. 85-86; SEG XLVI, 1996, 1373; Alföldy, 1997, nº 4, pp. 194-196,
láms. 2 y 5, figs. 17 b-c, 18a, 19a y 24ª; HEp 6, 1996, 1083; Rodríguez Colmenero, 1999; Santos,
2010, 149-159, figs. 2-5.